martes, 22 de marzo de 2016

SOMOS PIEZAS




Como ya saben, soy un peón de negras de ajedrez, y vengo hoy a contarles algo que me ha pasado y me ha hecho reflexionar; el otro día, después de la partida, un peón blanco se guardó por error en la parte de las piezas negras. En la oscuridad de la caja y fuera del campo de batalla, no le notamos la diferencia con nosotros excepto por el acento, al principio era raro, pero era un tipo estupendo, no muy distinto de nosotros, con el que nos lo pasamos muy bien, lo único que quería era volver a casa con la familia y ganarse la vida de forma decente.

Ciertamente lo vi más cercano a mí que mis propias piezas, excluyendo a mis hermanos los peones, porque ¿Qué tenemos que ver nosotros con los caballos? A ellos les gusta la guerra y no tienen autoridad para reclamar, ¿Y con los alfiles? Sólo sé que no sirven al rey, no pueden casarse y tienen suaves y cuidadas manos, ¿Las torres? Si hay alguna protesta su obligación en el tablero es salir a darnos de h. estooo.... a darnos una lección de civismo, ¿La reina? Bueno, en apariencia la reina no es tan lejana, de hecho todos los peones soñamos en convertirnos en una, pero es altiva y en realidad es inalcanzable, cuando coronamos y ocupamos su lugar, es sólo hasta que acaba la partida y a casa vuelves peón ¿El rey?, es una pieza no mucho mejor que uno de nosotros, de hecho, ¿por qué tenemos que morir por él? Ahora me siento mas ligado al peón blanco que a él.

Pensé mucho, volví a pensar, le di vueltas, seguí reflexionando... ¿Por qué es tan poderoso? ¿Por qué no puede ser elegido?, ni siquiera podemos coronar a rey, podemos convertirnos en cualquier pieza menos en él ¿Por qué hace falta rey?, ¿Por qué él es considerado mejor que uno de nosotros?. Para mí es más válido cualquier peón, ya que estamos en contacto con la realidad, creo que si se nos escuchase nos iría mejor, además si el rey no es el que manda no perderíamos al rendirse una pieza, y eso es otra, al rey nunca lo comen, el muy cobarde se rinde, nos pide morir por él, pero él si se ve amenazado exige cualquier sacrificio para salvarse, incluso la reina...

Intenté hablar con las otras piezas, pero las piezas “superiores” no me escucharon (a las torres no les conté nada, ya sabéis, ven alborotadores y espías en todas partes y no tenía ganas de probar el calabozo) En el caso de la pareja real ni siquiera se puede acercar uno a ellos y, además, mis compañeros los peones estaban ocupados con el fútbol... y les entiendo, el reino se mantiene con su trabajo y cuando llevas trabajando 40 horas declaradas y 20 sin declarar, el domingo sólo tienes ganas de descansar la cabeza.

Llegó el día de la partida, tengo al peón blanco enfrente, de repente veo lo inútil que es todo, al llegarme la orden me niego a avanzar y le grito a mis hermanos, ¡No peleéis contra ellos, son peones como vosotros!, luego le grito a todos ¡Peones del tablero, uníos!, pero todo es inútil, mis hermanos acatan las órdenes, los enemigos no me escuchan, y el primero en morir es mi amigo el peón blanco. Yo caí en batalla y en el informe oficial se declaró que me mantuve firme en la defensa del rey, una vida curiosa ésta, las torres me metieron en el calabozo después de la partida y tengo que reconocer que pusieron mucho empeño en hacer su trabajo, así que, voluntariamente, acepté y transigí...

Ya no soy el mismo, el fútbol me enfada, las conversaciones de mis compañeros no me llenan, se que ya no soy un peón, pero lo sigo siendo y cada partida veo a mi amigo enfrente, acato órdenes, y hago lo que tengo que hacer, pero no puedo evitar llorar al matar a una pieza blanca, si pudiera hacerles entender, si tan solo entendieran. Ojalá un día...

El peón de negras

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