En estas fechas de conmemoración del 85 aniversario de la proclamación de la Segunda República, en el seno de la izquierda revolucionaria ( y añado rupturista ) observo una vez más que surge la necesidad de explicar como la lucha republicana está estrictamente ligada a la conquista por el Socialismo.
En primer lugar se trata de una cuestión de coherencia: la Monarquía Parlamentaria se ha constatado como una maniobra elaborada por los poderes económicos de la dictadura, la incipiente de por aquel entonces clase burguesa, con la inestimable colaboración y aceptación del revisionismo carrilista ( cuyos métodos aún son visibles en una no pequeña parte del PCE ). Como garantistas de la democracia popular y el poder obrero nos oponemos a la Transición, al “franquismo sin Franco”, mas tampoco nos valen fórmulas reformistas constitucionales. La lucha por la Tercera República es de sentido común del actual momento histórico, no un capricho fortuito.
En segundo lugar es una cuestión táctica: El proletariado y otros sectores como el estudiantado o el desempleado sobrelleva momentos dramáticos, profundamente complicados, cuyo germen es una crisis económica sin comparación, agudizada ésta por la dependencia y debilidad estatal. El Estado Español lleva décadas inmerso en las contradicciones productivas entre “periferia - centro“, tocándole a éste una suerte de mezquina subordinación en el polo imperialista europeo. En este escenario se hace impostergable recuperar la soberanía de clase y la independencia nacional. Bajo la alianza obrero - campesina, dirigida por el Partido Comunista, su vanguardia y guía, el carácter de la República a la que aspiramos tiene que adquirir marcados contenidos democrático - populares. La nacionalización de los sectores productivos, el derecho inalienable de la autodeterminación de naciones como la gallega, no son tareas rigurosamente socialistas pero como nos enseñó Vladimir Lenin en Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democráctica, son inseparables al porvenir comunista, están por lo tanto en plena armonía. Nuestra lucha es un proceso ininterrumpido de etapas, y nunca un “todo o nada “ propio de los mencheviques y demás izquierdistas.
En tercer lugar se trata de una cuestión pedagógica de la propia historia: En la memoria del pueblo trabajador está presente el avance que supuso el período de la Segunda Republica, a pesar de la campaña de descrédito de los mass media, voceros todos ellos del Régimen del 78. La alfabetización, el sufragio universal femenino, la laicidad de las instituciones, etc, fueron medidas forjadas por el movimiento obrero, inspirado en su mayoría por el ideario sindical y socialista. Pero sobre todo, hizo mella en nosotros la experiencia del Frente Popular, donde el heroico PCE de José Diaz, animados por las conclusiones de Dimitrov en el 7 Discurso de la Tercera Internacional, adquirió las enseñanzas cruciales para el Movimiento Comunista: distanciarse del dogmatismo y ser cabeza del antifascismo, creciendo velozmente en militancia y ganando altas cotas de confianza.
En definitiva, de lo que se trata es de construir un nuevo bloque hegemónico, alejado del sectarismo que promueven los radical oportunistas, capaz de disputarle el espacio de poder al marco contención oligárquico, y aupar a las bases sociales a un nuevo orden de bien común y prosperidad. Afirmamos sin vacilaciones que la unidad republicana, es y ha sido, un objetivo común a los leninistas. No puede haber equívocos en tal cometido. Ánimo, camaradas!
Cano Iglesias. 8 de Abril del 2016.